“La falseada clasificación de Venezuela en el Índice Global de Innovación (IGI) 2025, es un síntoma del entramado de intereses que controlan la producción y circulación del conocimiento a escala mundial”, afirmó el presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Oncti), Dr. Roberto Betancourt A., al comentar el ranking presentado recientemente por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).
El investigador precisó que se le otorga a Venezuela el puesto 136 de 139 economías, sustentando esta clasificación “en datos incompletos, desactualizados y sesgados, al tiempo que -contradictoriamente- acepta a nuestra nación como «uno de los seis países del mundo con ingresos medios-altos» junto a China, Brasil, Indonesia y Sudáfrica”.
Destacó que la resiliencia del país supera las expectativas “del método acomodaticio de la OMPI” y que ignorar este hecho “supone una omisión metodológica y una negación política de un modelo alternativo de innovación que desafía la hegemonía de los indicadores globales”.
Instrumentos de poder. No métricas neutrales
Afirmó Betancourt que en el panorama internacional contemporáneo, este tipo de índices y rankings se han convertido en instrumentos de legitimación del poder que, lejos de ser neutrales, configuran narrativas globales sobre el desarrollo, la competitividad y la innovación.
Además, refirió un dato clave: el 50 % del financiamiento de la OMPI proviene de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Canadá, Francia y Suiza, “lo que configura un patrón de dependencia que se refleja en sus prioridades y criterios de validación”.
La OMPI, según se lee en su portal web, “es el organismo de las Naciones Unidas que rinde servicio a las personas innovadoras y creadoras en todo el mundo, velando por que sus ideas se trasladen con seguridad al mercado y mejoren la vida de las personas en todas partes”. El IGI es su publicación anual para medir la innovación de más de 130 economías. Su última edición fue lanzada en Ginebra bajo el lema este año de “La innovación en la encrucijada”.
Imagen sesgada
Subrayó el también experto en prospectiva tecnológica lo que llamó “ironía flagrante”, pues -a pesar de reconocer la falta de información estadística- el IGI decide reincorporar a Venezuela después de un silencio de ocho años y con una calificación que ignora tanto los avances en innovación frugal y resiliente ante el impacto devastador de más de un millar de medidas coercitivas unilaterales que afectan la infraestructura, el financiamiento y el acceso a insumos científicos.
“En consecuencia -sentenció- este intento de retrato objetivo de la realidad nacional es, en verdad, una imagen sesgada alineada con los intereses del Norte Global”.
La otra cara: percepción nacional positiva
Frente a los resultados del IGI, el presidente del Oncti resaltó los hallazgos del Boletín de Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología 2024, elaborado por el observatorio.
Este informe revela que la ciudadanía tiene una concepción muy positiva de la ciencia y la tecnología, considerándolas pilares para el bien común, la justicia social y el desarrollo soberano.
“Lejos de apagarse, la ciencia venezolana se reinventa. Ejemplo de ello es la producción nacional de reactivos para laboratorios, el desarrollo de tecnologías apropiadas para la agricultura y soluciones en el sector eléctrico”, destacó.
Dos narrativas en disputa
Para Betancourt, existe una pugna clara:
Narrativa externa: Venezuela es presentada como un país sin capacidad innovadora, siguiendo métricas alineadas a los intereses del Norte Global.
Narrativa interna: Gobierno, universidades, comunidades e industria han construido un ecosistema de innovación que resiste, se adapta y crea soluciones en condiciones adversas.
“Mientras la OMPI presenta cifras que obedecen a los hilos de poder del Norte Global, el pueblo venezolano mantiene intacta su confianza en la ciencia y la innovación como pilares de un futuro soberano. Esa es, sin duda, la narrativa que prevalecerá en la crónica histórica”, concluyó Betancourt.