Las buenas nuevas de la innovación

Dr. Roberto Betancourt A.

Siguiendo la interesante reflexión sobre las diferencias sustantivas entre invención e innovación, es necesario aclarar que las invenciones tienen que demostrar que funcionan. No puedes simplemente tener una idea nueva, sino demostrar que puedes hacer que sea un éxito. Ahí es donde entra la innovación. Los innovadores pueden encontrar algo que no sea nuevo en absoluto. Más bien, operan dentro del ámbito de lo que ya existe y está fácilmente disponible para trabajar. Los innovadores utilizan procesos o plataformas que ya se han inventado para crear un producto o proceso comercialmente exitoso que satisfaga una necesidad del mercado y tenga clientes listos para hacer cola y engancharse con la solución comercial.

Esto es importante: un producto o proceso es inventivo si nunca se ha hecho antes; si es innovador depende de si los usuarios obtendrán un valor real de él.

Si pensamos en la invención y la innovación en un contexto de la vida real, podemos observar un patrón. Las grandes innovaciones no fueron necesariamente realizadas por aquellos a quienes se les ocurrió la idea por primera vez. En cambio, se acreditan al innovador que logró convertir la idea en un producto viable.

En esta ocasión culmino la reflexión con un ejemplo: el telégrafo. El telégrafo es una de las grandes innovaciones del siglo XIX. El primer telégrafo se inventó en Baviera en 1809, pero Samuel Morse, (quien también creó el código Morse) fue la primera persona en construir un sistema de comunicación telegráfico comercialmente exitoso.

El telégrafo de Morse era asequible, eficiente y podía llegar más lejos que los esfuerzos similares realizados por Sir William Cooke y Charles Wheatstone quienes habrían presentado sus hallazgos al mismo tiempo en Londres. La incógnita es ¿A quién le importaba que no fuera inicialmente su idea? A Morse ciertamente no le importó, fundó Magnetic Telegraph Company y lanzó la primera línea de telégrafo comercial en los EE.UU. No hay discusión de que, con su alta velocidad, esta innovación revolucionó el rostro de la comunicación.

Entonces, Morse no inventó el primer telégrafo, pero desarrolló y mejoró el proceso, lanzó el primer telégrafo comercial y dio forma al panorama de las comunicaciones de principios del siglo XIX.

Hay una valiosa lección que aprender aquí. Un invento original no te llevará muy lejos si no es lo suficientemente innovador. Si un invento carece de valor real para el usuario, será superado por una innovación que consiga satisfacer una necesidad.

La Innovación no es perniciosa per se, son buenas nuevas, literalmente.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/las-buenas-nuevas-de-la-innovacion/