Dr. Roberto Betancourt A.

La paradoja de Jevons debe su nombre al economista inglés William Jevons, quien -en 1865- observó que la mejora de la eficiencia de las máquinas a vapor provocaba un mayor consumo de carbón en lugar de su conservación, argumentando que, a medida que aumentaba la eficiencia de estas máquinas, se incrementaba su uso, contrarrestando cualquier ganancia conseguida en la preservación de la energía. En esencia, contrario al sentido común, no se puede confiar en el progreso tecnológico para reducir -en este caso- el consumo de energía.

Por ejemplo, cuando los carros son más eficientes en el consumo de combustible, el costo de conducirlo por distancia recorrida disminuye, lo que hace más accesible para las personas el uso de sus vehículos lo que a menudo estimula un mayor recorrido, compensando cualquier beneficio de conservación de energía derivado de la optimización de la eficiencia ya mencionada. Una demostración fue enunciada en un estudio de Nissan, hallando que conductores de autos eléctricos recorren anualmente 60 km más que aquellos de vehículos a gasolina o diésel.

Otro ejemplo destacado de la paradoja de Jevons lo presenciamos con la comercialización de los bombillos LED, cuya eficiencia es 30 veces mayor que la del bombillo incandescente, lo que ha propiciado su adopción generalizada. Sin embargo, el consumo global de energía para iluminación no ha disminuido significativamente porque el costo reducido por unidad ha propiciado que la gente instale más luces y las use durante períodos más prolongados.

Lo mismo ocurre con el auge de la tecnología digital e internet que ha aportado, sin duda, numerosos beneficios a la sociedad, aun cuando, la proliferación de dispositivos inteligentes de todos los tamaños ha intensificado sustancialmente el consumo de energía.

La paradoja de Jevons tiene importantes implicaciones para los tomadores de decisiones, pues basarse únicamente en la mejora de la eficiencia puede no ser suficiente para lograr los resultados ambientales deseados, incluyendo el ahorro de energía. Aunque el incremento de la eficiencia puede contribuir sin duda a reducir el impacto, debe complementarse con medidas que aborden los efectos de rebote.

Finalmente, recordando la profética frase del poeta Ugo Foscolo que sentencia que “Una parte de los hombres actúa sin pensar y la otra piensa sin actuar”, es indispensable pensar y actuar para abordar eficazmente los efectos de consumo que demuestra la paradoja. La transición hacia economías circulares, la promoción de modelos de consumo compartidos y colaborativos y el fomento del desarrollo de tecnologías sostenibles ayudarán a romper el ciclo de aumento del consumo derivado del incremento de la eficiencia.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/pensar-para-actuar/