Dr. Roberto Betancourt A.

La imagen clásica de las actividades de Investigación y Desarrollo (I+D) es aquella a puerta cerrada, en laboratorios de universidades, hospitales e industrias, con resultados sólo revelados en publicaciones revisadas por pares, luego leídas por otras y otros científicos o protegidas en forma de propiedad intelectual o pasan a bibliotecas que nadie lee.

La pandemia del COVID-19 expuso la enorme brecha que existe entre el público y la ciencia, sobre todo a la hora de comprender los resultados de los experimentos y sus implicaciones. Para algunos, el camino a seguir pasa por la Ciencia Ciudadana (CC) que, de acuerdo a la Unesco, consiste en la colaboración voluntaria de las personas en la realización de I+D, incluyendo el diseño de experimentos, recolección de datos, análisis de resultados y resolución de problemas. El término “ciudadana”, según la misma fuente, se utiliza como sinonimia del “público en general” más que al ciudadano o ciudadana en la perspectiva del derecho que establece la Constitución en su Art. 21 o la totalidad de su Título III. La idea que se destaca es que cualquiera puede participar en la CC, sin importar su edad o formación, siempre que disponga de tiempo, curiosidad y el fabuloso sentido de maravillarse ante la búsqueda de la verdad que la Ciencia provee. Sistemática en esencia y de aplicación universal.

La CC tiene raíces históricas que se remontan a siglos atrás, cuando curiosos aficionados desempeñaron un papel fundamental en el avance del conocimiento científico. Sin embargo, un hecho controversial es que la persona promedio hoy es más preparada y educada que hace 100 años, a lo que se suma la ubicuidad del Internet y a dispositivos móviles que revolucionan el acceso al dato, pero (también) la producción de ellos (que de otro modo sería imposible obtener), permitiendo la recopilación de información a una escala sin precedentes.

Los y las científicas ciudadanas también aportan una perspectiva única, con una visión de los datos que expertos podrían pasar por alto o que les elude por su proximidad a la propia investigación. En la actualidad, las iniciativas de CC van desde la vigilancia del ambiente pasando por el análisis de datos astronómicos, e incluso la recolección de información geológica relevante para estudios sismológicos; esto es, desde los confines del cosmos hasta el centro de la Tierra.

La CC se parece a aquella máxima de Frank Zappa quien solía decir que “sin desviarse de la norma, el progreso no es posible” y es mejor refrendada por John Stuart Mill cuando con singular vigencia afirma que “no existe una mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la cooperación”.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/perfidia/