Dr. Roberto Betancourt A.

Las políticas escolares que prohíben el uso de teléfonos celulares (TC) por parte de los estudiantes durante el horario escolar, han fluctuado a lo largo de los años. De acuerdo a algunos estudios realizados en Europa, el 70 % de las escuelas prohibieron -en este último año escolar- el uso no académico de estos dispositivos.

Es un reto titánico de las y los maestros hacer frente a los hábitos de los estudiantes de mirar sus TC reiteradamente, lo que empeoró durante el apogeo del COVID-19 y el uso de alternativas de aprendizaje a distancia, cuando los estudiantes pudieron usar sus TC con mucha más frecuencia y libertad.

A esto se suma la ubicua preocupación de padres que desean contactar a sus hijos sin respetar horarios o en caso de emergencia. Los y las maestras de todo el país informan que libran una batalla casi constante contra los TC en el aula. Una encuesta reveló que aproximadamente un 1/3 de las y los maestros piden a los alumnos guardar el móvil entre 5 y 10 veces por clase, y el 14,7 % lo hace más de 20 veces por clase.

Según un estudio de Common Sense Media las y los alumnos son más propensos a utilizar las redes sociales (32 %), YouTube (26 %) y juegos (17 %) en sus TC durante la jornada escolar. A esto se suma que el tiempo promedio dedicado a ojear y usar el dispositivo excede las dos horas diarias, incluyendo en el aula de clases.

Estos alarmantes números influyen en el rendimiento académico y ha obligado la implementación de algunas iniciativas que han incluido la prohibición de ingreso de los TC (que utilicen Internet) en la escuela, incluyendo los dispositivos proporcionados por las propias escuelas, pues “pueden ser perjudiciales para los niños y distraerlos del tiempo de instrucción en el aula”.

La nomofobia que sufren las generaciones que acuden a las aulas de clase, y sobre la que ya habíamos reflexionado antes, demanda que centros de investigación provean a las autoridades que toman decisiones las mejores formas de acción que certifiquen que, efectivamente, la educación está por encima de la libertad de acceder a un dispositivo que todavía nos empeñamos en llamar TC pero que, con muchas aplicaciones y softwares, se usa para fines muy diferentes a la comunicación telefónica.

La recomendación es una suerte de matrimonio entre las máximas de Einstein y Jules d’Aurevilly, siendo que el primero recomendaba que “la formulación de un problema es más importante que su solución” y el otro demandaba evitar a todo riesgo considerar como una solución “poner el remiendo junto al agujero”; en otras palabras, enunciemos correctamente cuál es el problema e implementemos las más apropiadas soluciones. La educación es la primera necesidad.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/telefono/