Dr. Roberto Betancourt A.
El filósofo y político italiano Nicolás Maquiavelo (1469-1527) es conocido especialmente por su libro “El Príncipe”, que fuere hecho público entre 1513 y 1532. Fue redactado como una guía para quienes ejercen el poder que -a los efectos prácticos- podía incluir a quienes, por ejemplo dirigían la conquista de los territorios explorados en Nuestra América. En esencia ofrece contenidos sobre cómo se puede conseguir y asegurar el poder mediante acciones estratégicas y astutas.
“El Príncipe” demuestra con lenguaje práctico y vernáculo (usando pasajes de su propia experiencia y comparaciones, tanto efectivas como imprácticas) los inexistentes límites del corrupto poder que podía desplegar un gobernante, solo limitado por los fines de conquistar y conservar nuevos territorios, y con ellos: más poder.
La lectura contemporánea de la obra deja un rancio sabor intelectual. Sin embargo, el sosiego puede alcanzarse cuando se recuerdan los hechos históricos sobre los que se construían principados (nuevos gobiernos) en la época en que fue escrito, la que le antecedió, y al público objetivo de su obra.
Siendo el centro de un largo e histórico debate, Maquiavelo resume con ingenio varias metodologías para alcanzar el fin último y que -según él- pueden adaptarse a los medios disponibles y otras características que entran en juego.
En su libro aconseja a los “líderes” que adopten la apariencia de virtud, aunque no sean virtuosos. Esto se debe a que es más probable que la gente siga y apoye a un “líder” que parezca virtuoso; es decir, no es que sea virtuoso, sino que debe aparentarlo.
Si el lector hace un mediano esfuerzo podrá encontrar en el escenario mundial más de un gobierno que ejerce un liderazgo global esgrimiendo las banderas del virtuosismo y con el tiempo, que todo lo desnuda, muestra su verdadero talante.
Otro método enunciado por Maquiavelo aconseja la eliminación de los rivales potenciales que podrían desafiar su poder, bien en la conquista o en la permanencia, añadiendo que -también- en alianza con otros países puede alcanzar sus fines.
Hoy, consolidados en un amplio conocimiento de las realidades científicamente comprobadas que gravitan alrededor de los deseos del despojo de nuestro territorio y de lo que hay en él, incluyendo sus habitantes y sus sueños, sabemos que si bien estas estrategias pueden parecer despiadadas y cínicas, son empleadas por hegemones que esconden su verdadero carácter en la guía que Maquiavelo redactó con esperanzador celo 500 años atrás. Importante: reconocerlas y anticiparlas.
Una reflexión explícita de todo nuevo conocimiento es que debemos condenarnos a crecer pues “en el estudio no existe la saciedad”, Erasmo de Róterdam.
* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
@betancourt_phd Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/sin-saciedad/