Dr. Roberto Betancourt A.

En su página web, el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación provee información sobre la fuerza de investigación y desarrollo (I+D). En la etiqueta “Observatorio en línea” (OEL) se presenta la distribución de quienes registran los resultados de I+D a través de variables que pueden, al golpe de un clic, contrastarse unas con otras.

Un aspecto de especial interés es que, hoy, la edad promedio de las casi 24 mil personas que allí residen es 48 años.

Esto contrasta con algunos hallazgos de logros como los de Lawrence Bragg, quien tenía 25 años cuando le concedieron el Premio Nobel de Física en 1915. Albert Einstein habría afirmado que “Una persona que no haya hecho su gran contribución a la ciencia antes de los 30 años nunca la hará”; y, él mismo, desarrolló la teoría especial de la relatividad y completó sus trabajos sobre el efecto fotoeléctrico, que le valió el Nobel en 1921, antes de cumplir los 30.

El promedio de edad de los físicos con este premio en años posteriores es de 37,2 años; incluso, la de los químicos es de 40,2, mientras que para los investigadores médicos es de 39,9.

Se observan claras diferencias cuando se comparan los primeros galardonados (antes de 1905) con los últimos (después de 1985).

En medicina, la edad promedio de los científicos con descubrimientos importantes en el período anterior es de 37,6 y de 45 en el período posterior. La mayor diferencia se observa en física, los primeros laureados en esta disciplina hicieron sus descubrimientos a una edad promedio de 36,9 años, mientras que sus homólogos posteriores contaban con 50,3 años.

A comienzos de este siglo, más del 80 % de los descubrimientos honrados fueron realizados por físicos mayores de 40 años. En química, ningún científico menor de 40 años ha recibido el Premio Nobel en este siglo.

Si bien estamos comparando una población general contra quienes han dominado el escenario científico mundial, ambos coinciden en que la edad promedio aumenta. Por el momento, sólo es posible especular sobre este cambio en la edad a la que los científicos logran avances. Probablemente, se deba a que estos tienen mucho más que aprender ahora que antes.

La sabiduría que acompaña a la madurez nos permite elucubrar que la fuerza de investigación que se muestra en el OEL va de la mano de esa máxima de Antonio Machado que, parafraseándolo, decía “en ciencia, solo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela”, para magistralmente recordar a su otro colega que sentenció “¡Envejece conmigo! Lo mejor está aún por llegar”.

Dedicado a los hombres y mujeres de I+D en Venezuela, incluyendo los de nuestra Guayana Esequiba.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/lo-mejor-esta-por-llegar/