Una navaja al rescate
Dr. Roberto Betancourt A.
La navaja de Ockham (también conocida como la «ley de la parsimonia») es un principio de resolución de problemas que sirve como un modelo mental útil. Una navaja filosófica es una herramienta que se utiliza para eliminar opciones improbables en una situación dada. El de Ockham es el ejemplo más conocido y se puede resumir al señalar que entre hipótesis en competencia, se debe seleccionar la que tenga menos supuestos. Sirve para la ciencia. Sirve para la vida.
En un lenguaje más simple, la navaja de Ockham establece que la explicación más simple es preferible a una más compleja. Las teorías simples son más fáciles de verificar y de ejecutar. En otras palabras, el llamado es a evitar soluciones excesivamente complejas a un problema y centrarnos en lo que funciona dadas las circunstancias.
El concepto de la navaja de Ockham se atribuye a William de Ockham, un fraile, filósofo y teólogo del siglo XIV. Si bien no acuñó el término, su forma característica de hacer deducciones inspiró a otros escritores a desarrollar la heurística. De hecho, el concepto de la navaja de Ockham es antiguo. Aristóteles produjo la declaración más antigua conocida del concepto, diciendo: «Podemos suponer la superioridad, en igualdad de condiciones, de la demostración que se deriva de menos postulados o hipótesis».
Los científicos utilizan con frecuencia la navaja de Ockham, en particular para cuestiones teóricas. Cuanto más simple es una hipótesis, más fácilmente puede probarse o falsearse. Una explicación compleja para un fenómeno involucra muchos factores que pueden ser difíciles de probar o generar problemas con la repetibilidad de un experimento. Como consecuencia, se prefiere la solución más simple que sea consistente con los datos disponibles. Los científicos eligen optar por la solución más simple según lo permitan los datos actuales, mientras permanecen abiertos a la posibilidad de futuras investigaciones que permitan una mayor complejidad.
El criterio que prevalece en la comunidad científica se puede resumir mejor como: «Cuando tienes dos teorías en competencia que hacen exactamente las mismas predicciones, la más simple es mejor».
En sismología, donde luchamos científicamente para comprender mejor los fenómenos asociados a los terremotos, seguimos sin acertar la fórmula para predecirlos. Sin embargo, el uso de la navaja de Ockham ha permitido alertar a la comunidad mundial, especialmente a quienes habitan en zonas de alta amenaza sísmica, señalando: «Mientras más nos alejamos del último evento destructivo más nos acercamos al próximo». Es decir, aún no los podemos predecir, pero sí podemos anticiparlos. También, producto de la experiencia social que abraza a la decisión de construir edificaciones en zonas de alta amenaza, la comunidad sismológica expresa la mejor defensa ante los terremotos: «planifica». Esta simple forma de acción propia (individual, comunal, municipal, estadal y nacional) incluye un número finito de acciones que son capaces de reducir los efectos de los terremotos a cero. Una navaja al rescate.
Finalmente, recuerdo a Albert Einstein quien se refirió a la navaja de Ockham cuando desarrolló su teoría de la relatividad especial indicando que «difícilmente puede negarse que el objetivo supremo de toda teoría es hacer que los elementos básicos irreductibles sean tan simples y tan pocos como sea posible sin renunciar a la representación adecuada de los datos».
* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
@betancourt_phd Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/una-navaja-al-rescate/