¿Tecnología?

Dr. Roberto Betancourt A.

Hemos apuntado en varias ocasiones que muchas personas reconocen, sin problema alguno, cuando desean saber a qué se dedican los estudiosos de -por ejemplo- geología o teología. Estas palabras son derivadas de raíces griegas que sugieren diferentes áreas o campos del conocimiento; así, en estos dos casos, hablamos del sesudo y muy especial estudio de la tierra (geo) y Dios (teo); cada uno con sus particularidades, metodologías y forma de estudio. Ambas, y otras, terminan en “logía” que del griego traduce: tratado, que es una «obra escrita que trata extensa y ordenadamente sobre una materia determinada». 

Del mundo de las ideas de Platón, imaginamos al geólogo con herramientas diferentes al teólogo, y a éste con otras más adecuadas que las empleadas, por ejemplo, por el entomólogo, el farmacólogo, el arqueólogo, el psicólogo, el cosmólogo, y un largo etcétera de ciencias.

Bajo esta misma lógica, “tecnología” se deriva de la raíz griega technê que significa oficio o arte, por lo que -originalmente- sugería el reflexivo estudio del conocimiento de los intangibles. La palabra “arte” tiene -al menos- 40 acepciones en el diccionario. En este sentido “tecnos” no trata de emular una obra del arte, como evento eminentemente mecánico, pero la capacidad (a través del estudio) de llegar a ella. Arte no es replicar. No son los adminículos o artilugios tecnológicos. Es crear originalmente.

A pesar de estas marcadas diferencias, te consigues a un gentío hablando con especial dominio de tecnología, no tantos de entomología o cosmología, y ciertamente menos de teología. ¿Por qué?

Es posible que quien tiene un celular en su mano señale que la tecnología está su disposición. Para ilustrar cuán lejos estamos de que esto sea cierto, en algunos estudios especializados se solían hacer cinco preguntas claves para entender, no solo al adminículo, sino a todos los procesos que gravitan alrededor de él.

¿Quién se espera que implemente o practique esta tecnología? Por ejemplo: ¿será utilizado por un individuo o por un especialista que actúe en su nombre? ¿O la adopción de ésta requerirá la cooperación de una comunidad de individuos? Las respuestas a estas preguntas pueden ayudar a los tomadores de decisiones a desarrollar estrategias de impacto y diseñar programas de extensión.

¿Qué comportamientos o prácticas se prevén si se introduce esta tecnología y cuáles podrían eliminarse o modificarse? ¿Quién podría verse afectado, positiva o negativamente, por tales cambios? Las respuestas ayudarán a identificar los puntos clave de intervención y las partes interesadas que deben participar en la toma de decisiones.

¿Qué insumos materiales, equipos o herramientas pueden ser necesarios para aprovechar al máximo la tecnología? Por ejemplo: ¿depende ésta de suministros adicionales? Si es así, ¿están estos recursos fácilmente disponibles? A menudo algunos se desempeñan en entornos desfavorables, donde los insumos deseables no están disponibles o son inaccesibles.

¿Qué información, conocimientos o habilidades se requieren para aprovechar al máximo la nueva tecnología? ¿Quién proporcionará la información necesaria y cómo se apoyará a los usuarios para que adquieran nuevos conocimientos y habilidades que puedan necesitar para beneficiarse de ésta o evitar posibles impactos negativos?

Finalmente, en muchos casos, el despliegue de nueva tecnología implica una redistribución de poder, ingresos, empleo u otros activos. ¿Quiénes serán probablemente los ganadores y los perdedores? ¿Cómo podrían mitigarse las pérdidas potenciales o compensarse los perdedores? ¿O puede la política garantizar que los beneficios se distribuyan de manera más uniforme?

Sugiero no apresurarnos al hablar de tecnología y tratarla como una ciencia que demanda de expertos para crear la obra escrita que trata extensa y ordenadamente sobre esta materia.

Culmino esta breve reflexión, recordando la orientación de Confucio quien apuntaba que «el principio de la sabiduría es llamar a las cosas por su nombre» ¿Es posible que lo que llamamos tecnología tenga otro nombre y viceversa?

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/tecnologia/