Las tres «C»

Dr. Roberto Betancourt A.

Confianza es definida por el Diccionario de la Lengua Española (DLE) como la «esperanza firme que se tiene de alguien, algo o en sí mismo». La confianza es un sentimiento muy íntimo que desarrolla una persona por lo tangible, lo intangible y lo demás. Ella es difícil de cuantificar o validar. Cierta persona pudiere no ser buena en la profesión que ejerce y aun así ser de la más absoluta confianza. Toda definición de confianza es anómala, aberrante, por lo que los criterios para calificarla son elaborados por cada quien. Confiable, por otro lado, sí pareciera ser cuantificable. Recuerdo que algunos sistemas de Tecnología de la Información y las Comunicaciones de apoyo a la toma de decisiones eran medidos en función a su confiabilidad. Sin embargo, los hombres y mujeres sobre los que depositamos nuestra confianza no son máquinas, por ahora. Sin desviarme, sentencio: la confianza se gana y es intransferible.

Si alguien no es bueno en su profesión y aún así es confiable, pues es posible que las competencias no estén necesariamente vinculadas a la confianza. El DLE señala que competencia es la «pericia, aptitud o idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado». Probablemente, un diploma o un examen puede probar la competencia. En nuestro amado país se consumó hace 20 años un largo sabotaje de la principal empresa del Estado porque los competentes gerentes y técnicos así lo decidieron unilateralmente pero, como quedó claramente demostrado, no eran para nada de confianza, para los venezolanos y venezolanas, para todo el Estado. En aquel momento emplearon la palabra “meritocracia”, la cual es terrible cuando no está definida apropiadamente. Ya el insigne escritor y filósofo José Ingenieros nos advertía en demasía hace 100 años.

Otro elemento que algunos usan para describir a sus colegas y amigos es «compromiso», que se transforma en obligaciones, algunas bien delimitadas otras inferidas por el corazón. Existen complejos rituales (y otros sencillos) de compromiso que incluyen actos públicos de juramento, por ejemplo la fidelidad a la bandera o al matrimonio. Fidelidad consiste en «ser constante en los afectos, en el cumplimiento de sus obligaciones y que no defrauda la confianza depositada». Una vez más, ésta se construye, se gana.

Resumiendo, la mejor trinidad para acompañar y ser acompañado, desde esta perspectiva pseudo científica, estriba en ser competente (de construcción individual), de confianza, que se gana, y comprometido con la causa de la cosa amada, que es labor de dos o más, y también de todo un país. Thomas Hobbes, por allá en el siglo XVII, señalaba estar de acuerdo sentenciando que «en la naturaleza del hombre encontramos tres causas principales de querella: la competencia, la desconfianza y la gloria». La invitación es a aplicar estos criterios, todos comienzan por “c”, para seleccionar las personas que te acompañan y para ser -tú mismo- una de ellas.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/las-tres-c/