Desde Frascati hasta Caracas
Dr. Roberto Betancourt A.

Desde mediados del siglo pasado, resultó evidente que medir el esfuerzo en investigación y desarrollo (I+D) exigía algo más que intuiciones dispersas o estadísticas improvisadas. En 1963, bajo la dirección del científico británico Christopher Freeman y en el marco de la naciente Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, se presentó en Frascati -una pequeña ciudad italiana situada en las colinas Albanas, al sureste de Roma- el manual del mismo nombre, y que es hoy una referencia internacional para ordenar conceptos, clasificar actividades y establecer estándares para comparar el avance científico entre países con estructuras muy distintas. Esta iniciativa sentó las bases de una tradición metodológica que transformó el análisis de las políticas de ciencia, tecnología e innovación, aportando una gramática común gracias a la cual gobiernos, universidades e industrias aprendieron a identificar talentos, gastos, resultados y capacidades tecnológicas con creciente rigurosidad.

A lo largo de seis décadas, el Manual de Frascati perfeccionó sus criterios y amplió su alcance para abarcar nuevas realidades, al tiempo que, sospechosamente, intentaba perturbar a los sistemas a los que solo debía medir.

La experiencia puso de manifiesto un desafío persistente: cada país tiene realidades institucionales, productivas y culturales distintas, por lo que los instrumentos de ambición global necesitan adaptaciones inteligentes para reflejar la complejidad local. Con esta convicción soberana surgió en Venezuela el «Manual de Caracas: Guía para la recolección de datos de investigación y desarrollo», elaborado por el órgano rector en la materia a través del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, como culminación de procesos acumulativos de aprendizaje institucional, evaluación estadística y diálogo permanente con los actores del sistema nacional de innovación.

Publicado en 2023, el Manual de Caracas llena un vacío y constituye un hito de madurez metodológica al recoger seis décadas de tradición global e incorporar categorías, definiciones y procedimientos adaptados a la gestión pública venezolana y a las particularidades de sus universidades, centros de investigación, empresas de base tecnológica, programas gubernamentales y formas colaborativas de producción de conocimiento. Su gran mérito es construir un puente entre los estándares internacionales y la realidad del país, con un lenguaje cercano a las personas clave que facilitan los datos e indicadores diseñados para detectar tendencias, desigualdades y posibilidades que antes permanecían ocultas.

Gracias a ello, Venezuela ha podido definir sus propios indicadores, alineados cultural, institucional y conceptualmente, para medir el talento humano, el gasto interno en I+D, las capacidades de infraestructura, las líneas estratégicas de investigación y las prácticas emergentes de innovación. Cada definición se diseñó para favorecer la comparabilidad entre lo local y lo internacional, pero también para reflejar las formas específicas en que nuestro país genera conocimiento, articula redes, impulsa programas y construye soberanía científica.

Esta transición de Frascati a Caracas ratifica la vitalidad de la estadística científica a la hora de formular políticas públicas basadas en datos de calidad, coherentes y bien interpretados. La experiencia venezolana demuestra que podemos enriquecer el ecosistema global de mediciones científicas y ser un referente útil para los países del Sur Global a la hora de armonizar estándares internacionales con sus propias especificidades. El conocimiento avanza cuando los pueblos crean, reinventan y adaptan las metodologías a su contexto histórico y cultural. El Manual de Caracas es independencia conceptual y marca la ruta hacia un futuro en el que la estadística científica acompañará cada paso del desarrollo integral de la nación.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/opinion/desde-frascati-hasta-caracas/