
Dr. Roberto Betancourt A.
En el contexto del Sur Global, donde la innovación es un componente esencial para abordar desafíos urgentes y estructurales, la transferencia tecnológica (TT) se erige como un imperativo estratégico que trasciende la mera oportunidad. Para lograrlo, es crucial sistematizar, institucionalizar y vincular esta práctica a los procesos de absorción, validación y apropiación social del conocimiento.
La TT significa mucho más que «importar» dispositivos, conocimientos o patentes. Es, sobre todo, generar las condiciones para que el saber técnico y científico pueda ser comprendido, adaptado y utilizado de manera pertinente. Esto implica una apropiación por parte de quienes no generaron originalmente ese conocimiento, pero son responsables de convertirlo en herramienta de desarrollo.
La Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán (UNC) asume este reto como parte de su identidad desde su nacimiento. Con el 1º Congreso Internacional «Convergencias científicas para un futuro compartido», en el que participan China, Irán, Rusia, Vietnam, Serbia y Cuba, la UNC no solo abre un espacio para la reflexión académica, sino que inaugura una ruta para una política de TT estructurada. Lo que está en juego no es solo traer soluciones externas, sino construir capacidades internas que las hagan viables, eficaces y sostenibles.
La invitación es a aprender de quienes lo han hecho bien. En Vietnam, por ejemplo, el Ministerio de Ciencia y Tecnología articuló la transformación digital del Estado con las universidades, tanto firmando acuerdos con países punteros como capacitando talento local para operar y mejorar los sistemas introducidos. En Cuba, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología convirtió sus desarrollos en vacunas en acuerdos de producción conjunta con Irán y Venezuela. Todos estos procesos comparten una característica: la institucionalidad, la planificación, los contratos claros y, sobre todo, la capacidad de absorber lo que se recibe.
En Venezuela, esta sistematización implica crear protocolos que vayan más allá de los importantes encuentros puntuales. Significa contar con una unidad de TT en la universidad, con un marco legal que regule los contratos de cesión de conocimiento y con indicadores públicos que evalúen su impacto. También implica garantizar que cada tecnología que llega sea validada en condiciones locales, como expresaba el científico cubano Rodolfo Cañizares: «validar es tropicalizar».
Fernández-Morán decía que «la ciencia no es una torre de marfil, es un acto de emancipación». Sistematizar la TT conlleva una acción técnica y una decisión política que define el tipo de futuro que queremos construir. En un mundo cada vez más marcado por la dependencia digital, la concentración del conocimiento y las asimetrías en el acceso a la innovación, diseñar y sostener mecanismos propios para recibir, adaptar y multiplicar tecnologías es una responsabilidad histórica, lejos de ser un lujo.
* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
@betancourt_phd Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/opinion/transferencia-para-la-soberania/