Los dos conucos
Dr. Roberto Betancourt A.

En un apacible pueblo, los vecinos Gerardo y Julio decidieron cultivar sus tierras. Gerardo, un filósofo de corazón, veía su tierra como un «Conuco del conocimiento», mientras que Julio, un agricultor pragmático, la llamaba «Conuco de desarrollo».

Gerardo dividió cuidadosamente su parcela en diferentes secciones, cada una dedicada a un tipo específico de planta. Las etiquetó: «La ciencia del pasto», «La ciencia de las frutas» y «La ciencia de las flores». Estudió meticulosamente sus propiedades y escribió sobre ellas en sus bien organizados cuadernos. Los campesinos lo respetaban por su sabiduría, sin conocer cómo su trabajo podría beneficiarlos directamente.

Julio, por su parte, adoptó un enfoque diferente. Consideraba su conuco como un espacio de investigación y cultivo continuo, dividiendo su campo en función del propósito de su trabajo: en una sección, experimentó con nuevas semillas para comprender su potencial de crecimiento (investigación básica). En otro, probó diferentes técnicas de riego para mejorar el rendimiento de los cultivos (investigación aplicada). Julio respetaba el conocimiento de Gerardo y reconocía cómo complementaba su trabajo con los hallazgos de su método al tiempo que insistía que la labor era más valiosa cuando ayudaba a mejorar la siembra como un todo.

Un día, una terrible sequía azotó el pueblo y la gente acudió a ambos conuqueros en busca de soluciones. Gerardo detalló los descubrimientos de sus tres diversas secciones y sus propiedades, así como sus métodos de categorización, sin proveer propuestas concretas al problema que todos enfrentaban. Por su parte, Julio, tras estudiar diferentes métodos de riego, compartió técnicas prácticas para conservar el agua, mantener los cultivos y así garantizar el progreso de la comunidad.

En esta historia, el enfoque de Gerardo representa el uso de «ciencias básicas y aplicadas», una clasificación del conocimiento estructurada pero rígida que descuida el proceso de desarrollo. El enfoque de Julio refleja la «investigación básica y aplicada», un concepto continuo y dinámico en el que el conocimiento se genera y aplica activamente para resolver problemas del mundo real.

La distinción entre «investigación básica y aplicada» y «ciencias básicas y aplicadas» no es meramente semántica, sino que refleja consideraciones conceptuales orientadas a las políticas más profundas que son fundamentales para el diálogo sobre el avance científico y tecnológico.

Esta parábola subraya la importancia de elegir una terminología acorde con el marco del Sistema Nacional de Innovación. De acuerdo con el Manual de Caracas, desarrollado por el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Oncti), la investigación es un proceso continuo e interactivo que fomenta la innovación, mientras que el término «ciencia» se asocia con disciplinas fijas que pueden no captar plenamente la naturaleza interconectada de la producción de conocimiento. Del mismo modo que los campesinos se beneficiaron más de un sistema de experimentación en evolución que de la mera categorización, las políticas nacionales se benefician del reconocimiento de la investigación como un factor que impulsa el progreso tecnológico y el crecimiento económico.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/perfidia/