Observar
Dr. Roberto Betancourt A.

En el cambiante panorama de la sociedad del conocimiento, la institucionalidad desempeña un papel fundamental en la creación de entornos de investigación que permitan medir y analizar la actividad humana en todas sus dimensiones. Los «observatorios» han surgido como herramientas indispensables para la formulación de políticas públicas basadas en evidencias que permiten a los países identificar debilidades, prever tendencias y orientar de manera eficiente el gasto en la materia bajo la lupa. La fortaleza de estos instrumentos depende de su capacidad para generar información fiable, integrarse en redes globales y evitar el sesgo de intereses particulares.

La Unesco ha promovido iniciativas de seguimiento de la actividad científica y tecnológica a nivel mundial, entre las que destaca la plataforma GO-SPIN (Observatorio Global de Políticas de Instrumentos de Ciencia, Tecnología e Innovación) que ha permitido sistematizar y comparar datos de diversos países, lo que resulta clave para la planificación estratégica en, por ejemplo, el Sur Global. Un informe de este organismo multilateral señala que «la disponibilidad de datos estructurados y comparables es un requisito esencial para evaluar la efectividad de las políticas y su impacto en el desarrollo sostenible». Ahora bien, la implementación de observatorios nacionales sigue siendo desigual, especialmente en regiones donde la ciencia ha sido históricamente una prioridad baja en las agendas gubernamentales.

En América del Sur han surgido iniciativas nacionales que han desempeñado un papel determinante en la generación de conocimiento aplicado a la toma de decisiones. En Brasil, el Observatório de Ciência, Tecnologia e Inovação (OCTI) ha permitido evaluar el impacto de la inversión en I+D y orientar la asignación de recursos hacia sectores estratégicos. Venezuela no se ha quedado atrás y ha dado un paso significativo en esta dirección al fortalecer el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Oncti). En los últimos tres años, este organismo ha logrado consolidar una plataforma de indicadores que permite comprender la evolución del sistema nacional de innovación y sus desafíos. Según afirma su presidente, «la construcción de soberanía científica pasa por la consolidación de instituciones capaces de generar datos propios y romper con la dependencia de modelos foráneos que no reflejan nuestras realidades». Esta declaración subraya la necesidad de que los países del Sur Global estructuren observatorios que no solo repliquen esquemas del Norte, sino que respondan a sus propias dinámicas socioproductivas.

A pesar de estos significativos avances, persisten retos estructurales que limitan la efectividad de los observatorios en la región, como la falta de continuidad en algunas políticas, la escasa articulación entre los sectores universitario e industrial y la insuficiente inversión en infraestructura tecnológica. La economista venezolana y especialista en innovación Carlota Pérez, ha dicho sobre esto que «el desarrollo tecnológico no es un proceso espontáneo, sino que requiere de un Estado capaz de crear instituciones que garanticen su consolidación y expansión».

A modo de reflexión, que es el propósito de estos escritos, la institucionalidad es el factor determinante para la sostenibilidad y relevancia de los observatorios en el Sur Global. Sin datos precisos y accesibles, los responsables de elaborar políticas trabajan a ciegas, reproduciendo modelos que no se sustentan en la realidad local. Es imperativo fortalecer estos espacios mediante su autonomía, un financiamiento adecuado y una visión estratégica que trascienda coyunturas de todo tipo. La ciencia, en su sentido más profundo, es un acto de soberanía. Ignorar la importancia de su medición y análisis es condenarse a la dependencia perpetua de estructuras externas.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/observar/