Dr. Roberto Betancourt A.
El efecto Dunning-Kruger es un sesgo cognitivo que se produce cuando individuos con escasos conocimientos o habilidades tienden a sobreestimar su pericia, mientras que los más capacitados propenden a subestimarse. Este fenómeno, común en entornos donde la autocrítica y la evaluación objetiva brillan por su ausencia, puede generar distorsiones importantes en los sectores de la ciencia y la tecnología. Aquellos con poca formación científica tienden a presentarse como «expertos» y, por tanto, influir en políticas, recursos y narrativas públicas. Al mismo tiempo, las personas con las competencias suficientes para aportar soluciones innovadoras podrían verse excluidas, ignoradas o incluso desmotivadas al no encontrar espacios para expresarse.
Por otro lado, la espiral del silencio, conceptualizada por la científica alemana Elisabeth Noelle-Neumann, muestra cómo las personas, al percibir que sus opiniones difieren de las dominantes, optan por quedarse calladas para evitar el rechazo social. En la comunidad científica, esta espiral puede manifestarse cuando se marginan las voces críticas o las ideas disruptivas en favor de consensos aparentes, a menudo fundamentados en posiciones cómodas, dogmáticas o que gozan de aceptación popular.
Ahora bien, la combinación de estos dos fenómenos puede ser devastadora. Si no se anticipan soluciones, la comunidad podría verse atrapada en un ciclo en el que decisiones cruciales serían impulsadas por individuos con conocimientos insuficientes, mientras que científicos y otros expertos, al sentirse aislados o subestimados, optarían por el silencio o la renuncia a sus responsabilidades. El resultado es un estancamiento en la creación de políticas eficaces, el avance de soluciones tecnológicas vanguardistas y, en última instancia, el bienestar integral de la nación.
En este sentido, la labor de la comunidad científica consiste en anticipar y mitigar estos riesgos, por lo que es fundamental fortalecer los mecanismos de evaluación objetiva del conocimiento, reconocer y visibilizar la contribución de los investigadores y fomentar una cultura de la crítica constructiva. Asimismo, se plantea fomentar el diálogo abierto y plural, donde se escuchen y valoren las ideas divergentes en función de su mérito, no de su popularidad.
La democratización del conocimiento y la comunicación efectiva son también herramientas fundamentales. Las universidades, los centros de investigación de la industria y el Gobierno, así como el propio Poder Popular del sistema, deben liderar esfuerzos para educar a la población y generar criterios sólidos que permitan distinguir entre la opinión informada y la charlatanería. Simultáneamente, tanto el Estado como los participantes políticos deben asegurar plataformas claras para el diálogo público y la toma de decisiones fundamentadas en la ciencia. La utilización de dispositivos móviles puede ser un recurso magnífico si se consigue establecer lugares adecuados para el debate y la exposición de contenidos educativos que mejoren las habilidades de los ciudadanos y reconozcan el derecho a elevar su voz (siempre bien informada) para interrumpir el riesgoso ciclo.
La construcción de una nación próspera, justa y resiliente exige que la comunidad del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación asuma su función como motor del cambio. Eliminar las barreras del Dunning-Kruger y de la espiral del silencio no solo es un acto de justicia hacia aquellos que poseen el conocimiento, sino también un compromiso con un mejor futuro para todos.
* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
@betancourt_phd Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/decisiones-sin-sesgos/