Dr. Roberto Betancourt A.
La inteligencia artificial (IA) surgió en la década de los cincuenta de la mano de pioneros como Alan Turing y John McCarthy, quien acuñó el término y organizó la conferencia de Dartmouth en 1956. Los primeros sistemas se centraban en resolver problemas matemáticos básicos, sentando las bases para tecnologías actuales como el aprendizaje automático y el procesamiento del lenguaje natural en aplicaciones que incluyen asistentes virtuales.
Aunque no es nueva, la IA ha ganado popularidad en los últimos años. Entre 2013 y 2022, Scopus registró cerca de 20.000 artículos sobre IA en ciencias sociales, de los cuales el 85 % se publicó entre 2018 y 2022, cifra que refleja un rápido incremento en la investigación, especialmente en China.
¿Por qué ha aumentado tanto el interés en la IA tras más de 70 años de investigación? Hay 7 razones clave. La 1ª es el incremento exponencial de la capacidad de cómputo, que permite a los algoritmos de inteligencia artificial procesar grandes volúmenes de datos en tiempo real y desarrollar aplicaciones que van desde el reconocimiento facial hasta los asistentes virtuales. La 2ª es la abrumadora cantidad de datos que entregamos voluntariamente en redes sociales y dispositivos conectados, lo que permite a la IA «aprender» y mejorar sus decisiones. En 3º lugar, los avances en algoritmos de aprendizaje profundo que han mejorado el rendimiento en el reconocimiento de voz, el procesamiento del lenguaje natural y la visión por computadora.
Los otros 4 factores incluyen el acceso a infraestructura en la nube, que proporciona a empresas y desarrolladores recursos avanzados sin necesidad de realizar cuantiosas inversiones; la integración exitosa de la IA en el mercado cotidiano, por ejemplo, a través de recomendaciones en streaming y asistentes virtuales (Siri, Alexa, Cortana, Bixby); otra son las preocupaciones éticas y de regulación, que generan debate sobre cómo controlar la IA para que evolucione de manera segura y justa. Finalmente, está el «demand pull»: las potencias globales están invirtiendo clara y abiertamente en IA, lo que ha desencadenado una carrera para liderar esta tecnología clave del futuro. Este contexto también contribuye a que la IA se mantenga en el centro de atención, con una agenda que abarca tanto aspectos económicos como estratégicos.
La inteligencia artificial, como señaló Turing, podría igualar algún día la mente humana en complejidad y propósito. Tras más de 7 décadas, esta tecnología ha evolucionado desde programas lógicos simples hasta sofisticadas aplicaciones cotidianas potenciadas por la capacidad de cómputo, el acceso a grandes volúmenes de datos y el avance en algoritmos profundos. Hoy en día, la IA no solo resuelve problemas, sino que también plantea nuevos desafíos éticos y regulatorios. Como humanidad, debemos recordar que «la tecnología es un sirviente útil, pero un amo peligroso» (Christian Lange), por lo que es indispensable guiar su desarrollo con responsabilidad y visión de futuro.
* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
@betancourt_phd Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/nada-nuevo/