Dr. Roberto Betancourt A.

Según Matt Ridley, «El mundo es un lugar mucho mejor… y está mejorando todo el tiempo, impulsado por el ingenio humano». Al examinar este progreso a través de la pirámide de necesidades de Maslow, la tecnología emerge como un factor clave.

En la base de la pirámide están las necesidades fisiológicas: alimento, agua, refugio y descanso. Aquí, la tecnología ha mejorado el acceso a recursos básicos. La Revolución Verde redujo el hambre mundial del 36 % en 1960 a menos del 9 % hoy. Los avances en filtración y distribución han ampliado el acceso al agua potable, optimizando la satisfacción de las necesidades esenciales de supervivencia.

Al subir por la pirámide, nos encontramos con las necesidades de seguridad y estabilidad, tema sobre el que se ha debatido indicando que la tecnología supone una amenaza para la ciberseguridad y la desinformación. Sin embargo, también ha supuesto avances en el ámbito de la salud, con mejores diagnósticos, mayor esperanza de vida y menos mortalidad infantil. Las tecnologías contra la delincuencia han transformado la aplicación de la ley, demostrando que, aunque existen riesgos digitales, la tecnología proporciona herramientas más potentes para proteger la vida y la propiedad.

El papel de la tecnología queda aún más claro cuando llegamos al nivel de las necesidades sociales: pertenencia, amor y convivencia. Si bien las redes sociales pueden provocar soledad y relaciones superficiales, también han posibilitado niveles de conexión sin precedentes, permitiendo mantener relaciones a pesar de la distancia y formar comunidades basadas en intereses y valores compartidos.

Al llegar a la estima: reconocimiento, logros y respeto; hallamos que las herramientas de aprendizaje en línea facilitan a millones de personas acceder a la educación, independientemente de su origen socioeconómico, lo que contrarresta la creencia ciega de que la tecnología centraliza el poder.

Finalmente, en la cúspide de la pirámide: la autorrealización que, a pesar del temor a la automatización, la IA libera la creatividad al asumir tareas rutinarias, permitiendo mayor enfoque en la solución de problemas. Tecnologías como la impresión 3D, la realidad virtual y la computación en la nube amplían las fronteras de lo posible, desde la medicina “a la medida” hasta el arte inmersivo.

Blaise Pascal, científico francés, sentenció que “para quienes no ansían sino ver, hay fulgor; mas para quienes tienen opuesta disposición, siempre hay abundante penumbra”. Como cualquier herramienta, la tecnología puede utilizarse para hacer daño o para hacer el bien. Su impacto en nuestra calidad de vida, cuando se mide con la jerarquía de necesidades de Maslow, sugiere que la humanidad se ha beneficiado enormemente, desde garantizar la supervivencia básica hasta permitir la autorrealización, la tecnología nos ha permitido trascender las limitaciones de nuestro pasado.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/fulgor-o-penumbra/