Dr. Roberto Betancourt A.

El pesimismo (del latín pessimum, «lo peor») es un estado de ánimo y una corriente filosófica que cree que vivimos en el peor mundo posible, un lugar donde «el dolor es eterno». Por el contrario, el optimismo (del latín optimum, «lo mejor») es un estado mental que espera lo mejor y más positivo de todo.

En este contexto, a menudo se escuchan debates sobre si el mundo se dirige hacia la utopía o la distopía con la aparición de determinadas tecnologías. Por un lado, críticos señalan los peligros de, por citar algunos, la automatización, la vigilancia digital y la degradación medioambiental como productos de una humanidad cada vez más dependiente de la tecnología. Por otro, los optimistas sostienen que la innovación tecnológica ha resuelto muchos problemas y, bien aplicada, sigue elevando los estándares de vida en salud, comunicaciones, alimentación, infraestructura, transporte, etc. La discusión es tan paradójica como importante porque estos puntos de vista polarizados a menudo convergen del mismo conjunto de hechos, pero son interpretados de forma diferente.

Albert Einstein, físico alemán, advirtió que «se ha hecho terriblemente obvio que nuestra tecnología ha superado a nuestra humanidad». Esta pesimista visión puede reflejarse en la preocupación de que la inteligencia artificial sustituya puestos de trabajo, que las redes sociales socaven la salud mental o que la recopilación de datos atente contra la privacidad. No es difícil encontrar pruebas que respalden este pesimismo. Por ejemplo, las investigaciones que relacionan el uso de plataformas digitales con mayores índices de ansiedad o pérdidas de empleo debido a la automatización de procesos industriales alimentan el argumento pesimista: a medida que la tecnología crece, crea problemas que socavan nuestras necesidades humanas básicas de seguridad, convivencia y autorrealización.

El escritor británico Matt Ridley, autor de «El Optimista Racional», sostiene que «la innovación es hija de la libertad y madre de la prosperidad», y que, aunque la tecnología plantea retos, ofrece soluciones transformadoras que han mejorado y perfeccionarán la sociedad como nunca antes.

A menudo es la interpretación que hace el lector de los mismos hechos lo que determina estas dos posturas sobre la tecnología. Ambas reconocen que nuestro mundo está siendo remodelado por el auge de las herramientas digitales, la inteligencia artificial y los sistemas automatizados. La cuestión es si permitimos que nos definan negativamente, como temía Einstein, o los utilizamos para ayudarnos a transformarnos en algo mejor. La recomendación es abogar por un optimismo racional, en línea con la máxima del inglés William George Ward: «El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas».

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/ajusta-las-velas/