Dr. Roberto Betancourt A.

En la búsqueda de la verdad, la humanidad se ha encontrado a menudo en la encrucijada de dos sendas que, aunque superficialmente similares, son fundamentalmente diferentes, demandando una crucial distinción para nuestra comprensión del mundo y las decisiones que tomamos.

La ciencia es descrita por el físico Richard Feynman como una forma de evitar engañarse a uno mismo. Ésta se basa en el método científico, con un enfoque sistemático que implica la observación, la formación de hipótesis, la experimentación y el análisis de datos para llegar a indisputables conclusiones. Este proceso es iterativo y autocorrectivo, ya que las teorías se ponen a prueba constantemente y se refinan o descartan a la luz de nuevas evidencias. A este respecto, Albert Einstein recordaba que si bien varios experimentos pueden demostrar que se tiene la razón, uno solo es suficiente para demostrar que se está equivocado, lo que resume -en cada ocasión- la sencillez y la tolerancia fundamentales para la investigación científica. La ciencia se nutre del escepticismo y la revisión por pares, donde las ideas son sometidas a un estricto escrutinio antes de ser divulgadas y, más aún, aceptadas.

En la otra senda se encuentra la pseudociencia que carece de esta metodología rigurosa y, a menudo, se devora las más evidentes señales partiendo de una conclusión trabajando hacia atrás para encontrar pruebas que la respalden, ignorando datos que contradicen la creencia preconcebida. Carl Sagan (apasionado defensor de la alfabetización científica) advirtió que “es mucho mejor comprender el universo tal y como en realidad es que persistir en el engaño, por muy tranquilizador y satisfactorio que sea”. La pseudociencia se disfraza con el lenguaje y los adornos de la ciencia, pero no se adhiere a sus principios, es intolerante a la crítica, usualmente complicada en sus enunciados y brinda afirmaciones vagas y ecuménicamente incomprobables.

La ciencia invita al debate y exige pruebas, la pseudociencia apela a la autoridad o a pruebas anecdóticas. La ciencia es universal, la psudociencia distrae a la humanidad.

Finalmente, lo realmente nocivo es insistir en respuestas ineficientes pues “no es lo que no sabes lo que te mete en problemas, es lo que con seguridad sabes que simplemente no es así” (Mark Twain). Al adoptar las rigurosas metodologías de la ciencia, fomentamos una cultura de pensamiento crítico y toma de decisiones informadas. No se trata solo de adquirir hechos, sino de desarrollar una comprensión profunda del mundo basada en la verdad verificable. Penosamente, la creencia en la pseudociencia puede conducir a acciones equivocadas y a una percepción sesgada de la realidad.

Nuestra difícil tarea es discernir la realidad; es un compromiso con la verdad sobre la comodidad, un reconocimiento inquisitivo y escéptico entre saber (ciencia) y creer (pseudo).

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/pseudo/