Dr. Roberto Betancourt A.

La semana pasada abordamos el tema de la falacia lógica conocida en latín como post hoc, ergo propter hoc, que significa “después de esto, por tanto a causa de esto”, buscando relaciones causales entre dos acontecimientos sin más investigación. Un falso dilema que, incluso en la comunidad científica nos puede llevar a conclusiones engañosas.

En la esfera política, por ejemplo, es terriblemente fácil sucumbir ante la perezosa falacia, pues baste observar cómo lúcidos y perspicaces expertos asumen apresuradamente que el infortunio de la industria petrolera venezolana es causada por el Ejecutivo Nacional y no por las persistentes (siempre crecientes y extendidas) medidas coercitivas unilaterales que los EE. UU. aplica consistente y criminalmente en el momento en estudio. Un sencillo análisis de este caso derrumba la pazguata hipótesis preliminar. Sin embargo, recordemos que “la primera vez se miente (a veces) por ignorancia; pero creamos que la segunda suele ser por villanía” (José Ingenieros).

Al comprender las limitaciones del razonamiento post hoc, podemos tomar decisiones más informadas y evitar llegar a conclusiones erróneas.

La educación desempeña un papel clave en el fomento de las habilidades de pensamiento crítico. Enseñar a los alumnos las falacias lógicas desde una edad temprana puede ayudarles a desarrollar la capacidad analítica necesaria para desenvolverse en un mundo complejo. Fomentar el escepticismo y el cuestionamiento de los supuestos puede conducir a una comprensión más profunda de las verdaderas causas y efectos de diversos fenómenos.

Los medios de comunicación también tienen una responsabilidad a este respecto, recomendándose que informen sobre los resultados científicos con precisión y sin sensacionalismo, asegurándose de que las correlaciones no se presentan como prueba definitiva de causalidad. Aportando contexto y explicando las limitaciones de los estudios, los periodistas pueden ayudar al público a interpretar mejor los resultados de la investigación y evitar que se deje engañar por falacias post hoc.

Reconocer las verdaderas causas y consecuencias no es solo una cuestión de rigor intelectual; tiene implicaciones prácticas para mejorar nuestras vidas y la sociedad en su conjunto. Ya se trate de abordar alguna crisis de salud pública, de elaborar políticas económicas o simplemente de tomar decisiones personales, entender la diferencia entre correlación y causalidad puede conducir a mejores resultados.

Ovidio, poeta latino, señalaba que “los efectos son visibles para todos”, pero “las causas están ocultas”, lo que nos invita a reconocer las limitaciones del razonamiento post hoc y emplear métodos sólidos para establecer verdaderas relaciones causales e ir más allá de suposiciones erróneas para lograr una comprensión más precisa y matizada del mundo que nos rodea, recordando que “En lo tocante a la ciencia, la autoridad de un millar no es superior al humilde razonamiento de una sola persona” (Galileo Galilei).

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/la-verdadera-causa-2-de-2/