Resiliencia y observación

Dr. Roberto Betancourt A.

Resiliencia es un término de larga data que ha sido últimamente rescatado por algunos sicólogos y vertido en la nueva cotidianidad con el objeto de definir “la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas”. Sin embargo, su principal antecedente está en la ingeniería mecánica donde describe la resistencia de algunos materiales que se doblan, sin romperse, para recuperar su forma original. Podemos encontrar un buen ejemplo de ello en un arco que es especialmente construido para que logre doblarse lo suficiente en beneficio de la proyección de una bien orientada flecha.

En la perspectiva social, pareciera que con la resiliencia en mente Marthin Luther King, Jr. expresó ante una amplia congregación que:

“Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca perder la infinita esperanza”.

La sentencia provee una ecuación sobre la que podemos exponer la propia capacidad resiliente, y aceptar -en términos de actuación- la posible decepción que algunos imponen ante nuestra impávida voluntad; pero -al mismo tiempo- abrazar el especial fuero que surge (espontáneamente como cosecha de los valores cardinales, entre ellos la templanza y el valor) por trabajar intensamente por el bienestar propio, y -aún más importante- por aquel del prójimo, el de nuestro Estado-Nación como un todo.

El primer factor de la ecuación depende de los demás, pero el segundo es enteramente nuestra responsabilidad, nuestra labor. El terruño está primero y por encima de cualquier otro imperativo.

En las escuelas de formación instruyen al soldado a avanzar, no por el odio que siente por lo que está enfrente, mas por el amor que siente por lo que defiende y permanece a su espalda; entonces no es una ecuación deceptiva sino esperanzadora.

Regresando al arco que nos sirvió de ejemplo, un diestro arquero lo levanta proyectando su flecha de manera apropiada para el certero tiro, ajustando altura y anticipando las variables que puede afectar la trayectoria. Una vez que la flecha abandona el arco ésta está solamente sometida a esas variables. No hay nada que el arquero pueda hacer. Lo mismo ocurre con la vida, lo sabio es que (con igual fuerza y tino) impulsemos nuestro futuro con resiliencia anticipando las variables que lo afectan.

Por otro lado, tener ideales es vivir pensando en el futuro, sin acomodarse al azar de la hora presente; para adelantarse a ésta, es necesario vivir en constante observación, pues quien se entrega a la moda (que usualmente pasa) envejece y muere con ella. Recordemos la máxima que señala que el mérito culmina en creaciones geniales, ellas son de todos los tiempos y para todos los pueblos.

En este sentido, nuestra labor como científicos debiere concentrarse en infinita esperanza. Exigirnos menos que la perfección para el futuro es poner en peligro la República Bolivariana de Venezuela, protagónica y constitucional.

Por ello, un sector de la ciencia y la tecnología, con intachables ideales se dedica en pleno a observar (con especial detenimiento) la actuación cotidiana e ineluctable del hombre y la mujer, única instancia para: conocer nuestro balance, saber con la exactitud que exige la misión que se encomienda, y recomendar lo sesudamente necesario para asegurar que arroje números positivos en nuestros ideales, que como estrellas en el firmamento orienten nuestra ruta en la construcción de la Patria buena, grande y necesaria.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/resiliencia-y-observacion/