El cartel del bombillo
Dr. Roberto Betancourt A.

El bombillo de Livermore es un foco incandescente instalado en 1901 en la estación de bomberos de Livermore, California, que ha permanecido encendido superando el umbral simbólico del millón de horas de funcionamiento continuo. Este artefacto ha sido reconocido por el Guinness World Records como el bombillo en funcionamiento más longevo del mundo. A pesar de este robusto resultado, el 15 de enero de 1925, representantes de las empresas General Electric, Philips, Osram y otras compañías dedicadas a la industria de la iluminación (que acaparaban el 90 % de la producción mundial) fundaron la empresa Phoebus y —para incrementar sus ventas— acordaron limitar la duración de cada bombillo a 1.000 horas. Es así como, hace 100 años, se consolidó el concepto de obsolescencia programada, una estrategia de extracción de valor que en la actualidad persiste bajo modalidades emergentes.

La plétora de ejemplos se ha ampliado; así, en 2017 Apple admitió haber disminuido intencionadamente la versatilidad de los iPhones. Epson «bloquea» impresoras cuando un cojín interno alcanza un número de ciclos predeterminado, siendo necesario reemplazar la impresora. En la industria de la moda, las prendas apenas duran unos pocos usos antes de desecharse, lo que multiplica los vertederos textiles. A este respecto, la ONU calcula que en 2022 el mundo generó 62 millones de toneladas de basura electrónica y apenas recicló el 22 %. Cada sustitución prematura aumenta la demanda de minerales críticos y la huella de carbono.

Se ha empezado a producir un cambio, aunque sea poco perceptible. Es así como, en 2024, la Unión Europea adoptó la Directiva de Derecho a Reparar, que obliga a disponer de repuestos y manuales durante al menos 10 años y pide publicar un índice de reparabilidad para evaluar la facilidad con la que se puede reparar un producto. En Francia se indica la vida útil de los productos. Los expertos señalan que si se extendiera un año adicional la vida de un teléfono inteligente, se evitarían emisiones equivalentes a las generadas por más de un millón de automóviles retirados de las carreteras de Europa cada día, lo que muestra que este fenómeno tiene un impacto económico y climático.

Este análisis provee a los tomadores de decisiones tres claves importantes: la durabilidad como bien público, la transparencia del rendimiento y la innovación circular, esto es Investigación y Desarrollo (I+D) con métricas de reparabilidad y modularidad alineadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Para finalizar, la historia del bombillo y sus herederos contemporáneos demuestra la tensión entre el afán de obtener ganancias exorbitantes y aquellos hallazgos que brotan de los laboratorios: mientras la ciencia abre horizontes de luz y durabilidad, la terrible lógica del mercado los acorta deliberadamente para encender infinitos ciclos de compra. Solo cuando el conocimiento tecnológico se emancipe de la dictadura del beneficio inmediato podrá cumplir su promesa civilizatoria, porque, como advirtió François Rabelais, «la ciencia sin conciencia no es más que ruina del alma».

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/opinion/el-cartel-del-bombillo/