Epimeteo, ¡no! Prospectiva, ¡sí!
Dr. Roberto Betancourt A.

Gracias a la contribución de los lectores y lectoras de esta columna, se ha logrado recopilar inquietudes de gran valor para estas reflexiones. Una de ellas es el creciente interés por los relatos míticos que ofrecen claves para comprender mejor la labor científica y las políticas públicas en ciencia, tecnología e innovación (CTI). Por eso, nos complace centrar nuestra mirada en Epimeteo, un personaje olvidado de la mitología griega y cuya relevancia radica en el carácter simbólico de su figura, con una advertencia crucial para la planificación estratégica y, al unísono, para el ejercicio de la prospectiva.

Epimeteo, hermano de Prometeo, representa a aquel que actúa sin pensar y piensa después de actuar. Él repartió las características de los animales y plantas de la Tierra, pero sin pensar en el equilibrio y sin reservar algo para el ser humano; dejándole vulnerable. Cuando quiso corregir el error, ya era tarde. Sin embargo, Prometeo intervino de manera decisiva, proporcionando a la humanidad el fuego, símbolo del conocimiento, la técnica y la cultura, en una acción solidaria y desafiante.

Este pasaje va más allá de lo literario o lo filosófico, adentrándose firmemente en lo cognitivo. Nos enfrenta a un problema que sigue en nuestras instituciones y que influye en las decisiones que podemos o debemos tomar. Por un lado, tenemos a Prometeo, que personifica el conocimiento que anticipa y transforma. Por otro lado, Epimeteo encarna una actitud común en muchos procesos de formulación de políticas: actuar sin prever, planificar sin visión de futuro y responder sin explorar las posibles alternativas.

La prospectiva es, sin duda, el antídoto frente a esta tendencia epimeteica. Se trata de construir el futuro a partir del análisis riguroso de tendencias, señales emergentes, rupturas posibles y, sobre todo, del diálogo democrático sobre los futuros deseables. Tal y como dijo Jorge Luis Borges: «el futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer»; la prospectiva, por tanto, es la herramienta que nos permite tomar decisiones responsables hoy para garantizar un futuro próspero.

En las actividades de CTI, pensar de forma epimeteica tiene implicaciones importantes: tecnologías que se desarrollan sin evaluar su impacto social o ambiental, programas de investigación que siguen la inercia del financiamiento inmediato, políticas que privilegian la novedad sobre la necesidad… Estas son muestras de una planificación que llega tarde y que piensa después.

Esa es la lección que nos transmite el mito: en lugar de condenar, se trata de aprender. Como dijo el destacado escritor uruguayo Eduardo Galeano: «somos lo que hacemos para cambiar lo que somos», y cambiar implica anticipar, imaginar y construir. Una política científica responsable no solo responde a los desafíos del presente, sino que también proyecta escenarios futuros en los que el conocimiento esté inequívocamente al servicio de la equidad, la sostenibilidad y la dignidad humana.

Apelar a la mitología es complementar la racionalidad con la sabiduría simbólica que perdura en el tiempo. Epimeteo nos advierte con firmeza que la falta de previsión es un riesgo para la sociedad. Nosotros, como responsables de diseñar políticas en CTI, tenemos la responsabilidad ética ineludible de vislumbrar el futuro. Allí donde Epimeteo falló, nosotros debemos construir una utopía inspirada en la máxima del escritor mexicano Carlos Fuentes, quien decía que «el porvenir es un país que aún no existe, y cuya ciudadanía se obtiene con imaginación y memoria».

Ese país, el de un futuro próspero, sostenible y comprometido con la vida, se edificará con la ayuda de la prospectiva y evitando a toda costa caer en el mismo error que Epimeteo.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/opinion/epimeteo-no-prospectiva-si/