Cero excusas

Dr. Roberto Betancourt A.

Tecnología, como vocablo, es de reciente uso en la cotidianidad de la humanidad. Más allá de la raíz etimológica (ciencia de la destreza) la palabra es de dilatado empleo independientemente de su verdadero significado.

Algunos concuerdan en que surgió de malas traducciones del alemán durante la revolución industrial, y de repente es hoy utilizada ampliamente. Si quien esto lee presta atención, la encontrará en toda edición de los periódicos (digitales o convencionales) y la escuchará en casi cualquier conversación, doméstica, importante, en la radio o en algún discurso político. Es un cliché.

El estudio de la tecnología como centro de afección social data desde mediados del siglo XX, surgiendo un puñado de universidades que evaluaban su puesta en práctica y el impacto de ello. Efectivamente, investigan la repercusión no sólo del real significado de ella, sino -además- del que se ha anidado en el inconsciente colectivo de quienes lo escriben o incluyen en su discurso sin conocer qué es.

Cualquiera es docto en tecnología, no tantos en biología (la ciencia de la vida), menos en -por ejemplo- geología (ciencia de tierra, el estudio de la presión y el tiempo). La palabra tiene un especial atractivo.

A los efectos de esta breve reflexión, abrogo al vocablo el mismo trato que a la palabra «quimera», que -por un lado- significa un «sueño o ilusión que es producto de la imaginación y que se anhela o se persigue pese a ser muy improbable que se realice», y por otro, su origen griego, que apunta en la mitología a un «horroroso y mortal animal con el cuerpo de una cabra, la cola de un dragón y la cabeza de un león».

Así de diferentes son sus acepciones.

Es posible, solo posible, que la tecnología sea una quimera.

En cualquier caso, preguntemos a los expertos acerca de ella, como le podríamos preguntar a un biólogo por los seres vivos o a un geólogo por las profundidades de la Tierra.

Cierro la reflexión, recordando la excepcional necesidad de que -basado en los hechos- enunciemos nuestro plan para avanzar a la utopía del futuro que queremos. Bien reza el dicho “el optimista tiene siempre un proyecto; el pesimista una excusa”. Entonces, cero excusas.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/cero-excusas/