Dr. Roberto Betancourt A.

La cultura de los equipos de trabajo se centra en la promoción de prácticas seguras: ser puntual, no molestar a la línea de mando, seguir las normas, lo básico. Pero, cuando se promociona la invención, la innovación o nuevas formas de producción, los estudios demuestran que este tipo de ambiente es el menos viable. Estadísticamente hablando, los emprendedores son personas que se desempeñan, heterodoxamente, en ambientes no controlados o seguros.

Expertos desarrollaron una bañera de hidromasaje para tratar a personas con artritis reumatoide, fue un fracaso: su mercado objetivo era pequeño y poca gente podía invertir en las costosas tinas. Un giro en la estrategia de sus emprendedores, los hermanos Jacuzzi, logró relanzarla con extraordinario éxito a un mercado completamente distinto: hogares de clase alta.

Honda Motor Co. entró en el mercado occidental con motocicletas de baja cilindrada que -a pesar de su popularidad en Tokio- no tuvo éxito. Después de explorar mejor el mercado, volvieron con otro diseño de alta cilindrada que se convirtió en un triunfo instantáneo. A este respecto, el fundador de Honda, Soichiro Honda, aseguró que “la mayoría sueña con el éxito; pero este suele esconderse en el fracaso repetido y la introspección. El éxito representa el 1 % de tu trabajo y 99 % de la disciplina y constancia que emerge del fracaso”.

Los triunfos tienen su partida de nacimiento en fracasos previos; lo que hoy puede parecer una invención lógica y pensada exactamente para resolver un problema específico, no siempre es atendida o entendida por el público. Las y los emprendedores, esos que impulsan un país, tienen que estar preparados para el fracaso para poder vencer. Es una fabulosa y cierta contradicción.

Otros ejemplos que ilustran este punto de vista, son emprendedores y científicos de una empresa farmacéutica que probaban un medicamento destinado a tratar la angina de pecho con catastróficos resultados; tras nuevas investigaciones consiguieron un efecto no deseado y la solución para la disfunción eréctil. De esta manera, el Viagra se convirtió en uno de los fracasos más exitosos de la historia reciente. Este patrón se conoce en otras invenciones nacidas de un desacierto: el monje Dom Perignon inventó el elixir de la celebración después de erróneamente fermentar el vino dos veces; 3M desechó un adhesivo que no era lo suficientemente pegajoso para transformarlo en las ubicuas Post-it.

Impulsar, bien como emprendedor o como Gobierno, demanda de competencias especiales y entre ellas reconocer el fracaso no como la ausencia de éxito sino de un camino que conduce, junto a la disciplina y la constancia, a la victoria. “El éxito consiste en vencer el temor al fracaso”, Charles Augustin Sainte-Beuve.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/el-valor-del-fracaso/