Adicción
Dr. Roberto Betancourt A.
Botellas de agua, figuras de acción, zapatos, camisas, pelotas de fútbol, crema y cepillo dental, productos de limpieza para el hogar, fertilizantes, pesticidas. Esta es una brevísima lista de productos derivados del petróleo que usamos día a día.
Hemos hablado del discurso y movimiento global del reemplazo o sustitución de las fuentes de energías fósiles por otras alternativas. En otras reflexiones se ha abordado que algunas de las más nombradas (solar o eólica, por ejemplo) siguen muy lejos de sustituirla. La investigación en este sentido se encuentra en su infancia.
Sin embargo, algo de lo que poco se habla es que un altísimo porcentaje de los materiales necesarios para crear otras fuentes de energía son derivados del petróleo. Reflexionábamos, además, que -a la fecha- ninguna industria productora de los adminículos del día a día o de los vehículos de potencia eléctrica funciona con una fuente de energía diferente al petróleo. La investigación científica en esta materia apunta, en cada ocasión, a que se están haciendo los esfuerzos para lograrlo. Éste es el punto de inflexión.
El problema de las fuentes de energías alternativas es amplio y no está subordinado únicamente a sustituir al petróleo sino los materiales, equipos, repuestos, y aquellos que enumerábamos al principio. Por ello, el enunciado del problema es de singular importancia para redactar la solución adecuada. Se trata, sí, de sustituir al petróleo, primero porque es finito (se acaba y se está acabando) y, segundo, contamina terriblemente el planeta. Ambos ponen en peligro la existencia del hombre y la mujer. Atentamos contra nuestro próspero futuro cada día.
Como científicos debemos estar convencidos que los esfuerzos continuos de investigación y desarrollo (I+D) son cruciales para encontrar soluciones que reemplacen los materiales a base de petróleo, al tiempo que se reconozca la fuente de energía, limpia, renovable o reciclable, capaz de transformar la materia prima, diferente de origen fósil, en la brevísima lista del primer párrafo. Esto incluye la exploración de nuevos materiales, técnicas de fabricación avanzada y alternativas sostenibles. Los gobiernos, las industrias y el mundo académico pueden colaborar para apoyar las iniciativas de investigación y la financiación para el desarrollo de materiales y procesos alternativos.
Unos de los fundamentales pasos es crear una filosofía de I+D de optimismo racional. Conseguiremos la solución al complicado problema, enunciándola apropiadamente, manteniendo una mentalidad positiva y esperanzada y, al mismo tiempo, hacer una evaluación realista del momento presente.
El optimismo puede aprenderse y cultivarse. La investigación sugiere que las personas pueden entrenarse para ser más optimistas practicando ciertas técnicas. Por ejemplo, dar un paso “ahora” y empezar con uno significativo, en lugar de esperar a tener un plan perfecto, puede hacer que el cerebro entre en modo “ganador” y dar ánimos para seguir adelante. El optimismo racional no consiste simplemente en mostrar una disposición alegre o ignorar los retos y contratiempo, sino trata de actuar ante la adversidad y salir siempre victorioso; implica reconocer la realidad de los contratiempos pero mantener la creencia de que uno puede superarlos y alcanzar el éxito.
El problema de la adicción al petróleo debiere tratarse como tal, como una adicción. Desde la perspectiva científica, los expertos coinciden al señalar que el primer paso es reconocer el problema, el segundo comprometerse al cambio, incluso preparándose para él. El otro es explorar las opciones. Tratemos a la I+D y su filosofía como a un amigo fiel para, con optimismo racional, encontrar la cura; bien nos alertó Oscar Wilde asegurando “que no conozco algo más noble o más raro que un amigo fiel”.
* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
@betancourt_phd Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/adiccion/