Dejando Huella

Dr. Roberto Betancourt A.

La huella de carbono es la cantidad total de gases de efecto invernadero, incluidos el dióxido de carbono y el metano, que generan nuestras acciones. Es una forma de expresar el impacto de una actividad sobre el medio ambiente, y depende de múltiples factores, entre ellos la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero liberadas a la atmósfera por una actividad determinada. La huella de carbono calcula el volumen total de emisiones de gases de efecto invernadero que atrapan y liberan calor y contribuyen al cambio climático o calentamiento global. La medición de la huella de carbono tiene en cuenta la liberación de distintos gases que provocan el calentamiento global, como el metano, el óxido nitroso y los gases fluorados, pero los resultados suelen expresarse en términos de equivalencia de dióxido de carbono.

Medir la huella de carbono con precisión es un reto debido a la falta de una forma normalizada de medir las emisiones de dióxido de carbono. Hugging Face, una empresa emergente de Inteligencia Artificial (IA) y machine learning (aprendizaje automático), ha emprendido el primer intento de ese sector tecnológico de estimar la huella de carbono más amplia por medio de un gran modelo lingüístico. El nuevo enfoque de la empresa calcula las emisiones producidas durante todo el ciclo de vida del modelo y no solo durante la construcción o creación. El proceso implica sumar muchas cifras diferentes: la cantidad de energía utilizada para entrenar el modelo en un superordenador, la energía necesaria para fabricar el _hardware_ del superordenador y mantener su infraestructura informática, y la energía utilizada para ejecutar el modelo una vez desplegado. Los investigadores calcularon esta última parte utilizando una herramienta informática llamada CodeCarbon, que rastrea las emisiones de dióxido de carbono que el modelo producía en tiempo real durante un periodo de 18 días.

Inicialmente, Hugging Face calculó que el uso de su modelo BLOOM emitía unos 19 kg de dióxido de carbono al día, similar a las emisiones producidas al conducir unos 90 km en un carro nuevo. BLOOM es el acrónimo de la forzada expresión BigScience Large Open-science Open-access Multilingual Language Model, que bien puede traducirse textualmente como “Gran ciencia, gran ciencia abierta de acceso abierto con modelo lingüístico multilingüe”. Para calcular las emisiones totales de BLOOM (usando su propio modelo lingüístico de gran tamaño) los investigadores sumaron la cantidad de energía utilizada para entrenar el modelo, la energía necesaria para fabricar el hardware, mantener su infraestructura informática y la energía utilizada para ejecutar BLOOM una vez desarrollado. Los investigadores concluyeron que el entrenamiento y puesta en servicio de BLOOM produce 50 toneladas métricas de emisiones de dióxido de carbono, el equivalente a recorrer en carro 188 mil km, el equivalente a 320 viajes ida y vuelta de Caracas – San Fernando de Apure.

Estos valores demuestran que la IA tiene una relación directa con la huella de carbono debido a las crecientes cantidades de energía e infraestructura necesarias para procesar las extraordinarias cantidades de datos que se precisan para entrenar grandes modelos de IA. Los requisitos informáticos y de datos de la IA son directamente proporcionales a su impacto en las emisiones de carbono. Esto ha dado lugar a un tipo peculiar de complejidad, ya que el ritmo agresivo con el que la industria informática se ha globalizado y consolidado en manos de unos pocos actores ha desafiado la capacidad de muchas sociedades para mantener el control sobre las infraestructuras críticas. Las empresas vacilan a la hora de compartir datos sobre su combinación energética, y en algunos mercados se ha producido un empuje concomitante a favor de la energía basada en combustibles fósiles. A esto debe añadirse que las empresas tecnológicas comercializan sus soluciones de IA a empresas que trabajan en la extracción y uso de combustibles fósiles, creando un nexo entre Big Data y Big Oil.

Cierro apuntando hacia el enigma, el reto, que es medir y comparar con precisión la huella de carbono, especialmente debido a la falta de una forma normalizada de medir las emisiones de dióxido de carbono, sobre la que se basa la amplia discusión del calentamiento global o cambio climático. Entre el cálculo de la propia IA y las emisiones que sostienen su funcionamiento, se crea un círculo vicioso o virtuoso, dependiente de qué lado de la ecuación se ubica la o el lector. Lo que recuerda la célebre frase de Aldous Huxley, escritor y filósofo, que reza «El problema de la reforma es el problema de destruir un círculo vicioso y de construir otro, virtuoso, que lo reemplace». En cualquiera de los casos, seguimos dejando huella.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/dejando-huella/