La Inteligencia Artificial no es para reírse

Dr. Roberto Betancourt A.

La Inteligencia Artificial (IA) avanza con rapidez y ya es capaz incluso de elaborar chistes originales. El Robot Jon demostró, durante un acto de stand up comedy (cuya mejor traducción según la Real Academia Española es “monólogo cómico”) que el humor sigue siendo ante todo algo humano. Enseñar a las máquinas a ser graciosas por sí solas será un gran avance, pero hasta ahora ha resultado difícil. El público no perdona errores de humor, y los ordenadores tienen que aprender a distinguir lo que es gracioso de lo que no lo es.

Añado que el Robot Jon es un monologuista robótico creado por Naomi Fitter, profesora adjunta de la Escuela de Ingeniería Mecánica, Industrial y de Fabricación de la Universidad Estatal de Oregón, que es capaz de contar los mismos chistes en el mismo orden, pero aprende a responder a su público variando el ritmo de su actuación en función de la duración de las risas del público y añadiendo respuestas diferentes a los chistes basado en el nivel de ruido de la sala. Su actuación es más humana de lo que parece, pero sólo puede funcionar con un repertorio programado por humanos. Nada de producción original, por ahora.

En esta reflexión abordamos la capacidad del ser humano de crear humor a través de IA, y queda para otro momento reconocer la posibilidad de hacer reír a una máquina. Las investigaciones siguen concluyendo que la risa es una respuesta humana básica a los estímulos emocionales, y desde hace mucho tiempo se considera un rasgo exclusivamente humano.

La perspectiva de una IA que entienda por qué nos reímos y que pueda generar su propio material genuinamente divertido es una especie de santo grial para un subconjunto de investigadores de la IA. El humor puede parecer frívolo, pero para quienes trabajan en los campos del lenguaje, la comedia y la inteligencia artificial, es cualquier cosa menos eso. Utilizamos el humor de muchas maneras, por ejemplo para establecer relaciones sociales, para definir grupos internos y externos y para introducir ideas que quizá no estaríamos dispuestos a expresar seriamente.

Sin embargo, a la IA le queda mucho camino por recorrer antes de llegar a entender de verdad el humor. Estamos convencidos, y los estudios lo refrendan, que si buscamos más oportunidades para el humor y la risa en nuestra vida diaria, podemos mejorar nuestra salud emocional, fortalecer nuestras relaciones, encontrar una mayor felicidad e incluso añadir años a nuestras vidas.

Apreciando la necesidad y las evidencias, la IA tiene potencial para el humor, pero aún le queda mucho por aprender para hacernos reír. El humor es un aspecto complejo y matizado de la comunicación humana. Enseñar a las máquinas a ser graciosas por sí solas sería un gran avance, pero hasta ahora la meta luce fuera de alcance. No obstante, la posibilidad de una inteligencia artificial que entienda el humor puede ser el fulcro, el punto de apoyo, para cambiar radicalmente la forma en que nos relacionamos con los dispositivos que nos rodean.

Hace ciento y pico de años, Oscar Wilde ponía en labios de Dorian Gray que “La risa no es en absoluto un mal comienzo para una amistad, y es con mucho el mejor final para una”.

Por ahora, la IA no es para reírse.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/la-inteligencia-artificial-no-es-para-reirse/