La ciencia del amor

Dr. Roberto Betancourt A.

Generalmente, se considera que el amor es el más profundo y significativo de los sentimientos. Nadie duda su posición preeminente en el arte y la literatura de todas las épocas y es de suponer que la gran mayoría de la gente la experimente, al menos ocasionalmente.

Recientemente el calendario nos recordó su importancia, no por el sentimiento mismo, mas por su posición como fecha de especial solemnidad. Al menos, una vez al año.

Importante diatriba se leyó en diferentes medios sobre el auténtico génesis de las celebraciones, bien religiosas o paganas. La hipótesis gobernante sugiere que su origen está en la realidad cristiana occidental que apunta a un santo mártir -del que toma su nombre- Valentín, quien -si bien no experimentó el gozo en su total complejidad- parecía darle especialísimo valor a través de la sacra unión de las parejas que le costó su propia cabeza.

Pero, ¿qué cautiva a una sociedad a continuar la celebración milenaria de aparente tributo al amor (y ahora -también- a la amistad)?

La respuesta amerita toda una quirúrgica reflexión; pero, por ahora recuerdo que existe un método científico para medir el amor romántico que, según su proponente, Zick Rubin (1970), consta de tres componentes; primero, afiliación y necesidad de dependencia, apego (o deseo de estar cerca de alguien); segundo, predisposición a ayudar, afecto (subordinar tus necesidades a las de otro); y, tercero, exclusividad y absorción, intimidad (unión). Seguramente, los poetas y todos los que se dediquen a la sublime estética de traducir los afectos pueden ruborizarse ante tan científico hallazgo.

A pesar de los valederos resultados obtenidos por Zick, los sujetos de estudio nunca parecían satisfechos de los resultados. Suerte de desconexión entre paciente y diagnóstico. De allí que, otros investigadores, han dedicado sus estudios a determinar otros métodos de medición; valga decir que no menos de tres millares de acertadas investigaciones fueron registradas solo en 2022.

No importa cuán exacto sea el estudio científico que pretenda medir las pasiones que mueven el alma y nos acercan al ser amado (sea apego, afecto, unión o todas) siempre parecemos sucumbir a la descripción que los poetas hacen de ellas.

“Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho”. Jean Jacques Rousseau

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/la-ciencia-del-amor/