Borrarlo de un plumazo

Dr. Roberto Betancourt A.

En la primera mitad del siglo pasado, a un erudito comerciante norteamericano se le ocurrió acuñar el concepto que hoy día, muchos otros, le llaman “obsolescencia programada”. Reflexiono a este respecto pues alguien se desgañitó en un encuentro señalando que eso había que borrarlo de un plumazo.

Si bien el término “obsolescencia programada” surgió tiempo después, su origen está en el anglosajón “consumer engineering” que bien puede traducirse como «ingeniería del consumidor» que -como concepto- ha sido fundamental tanto para los defensores como para los críticos de la sociedad de consumo masivo; capturando las aspiraciones de crecimiento y abundancia ilimitados, así como las preocupaciones sobre el despilfarro y la manipulación del consumidor.

“Consumer Engineering” fue por primera vez expuesto por el ejecutivo de publicidad norteamericano Earnest Calkins durante la crisis financiera mundial conocida como la Gran Depresión, que -casualmente- se originó en EE.UU. con la caída de la bolsa de Wall Street en 1929 y -con ella- el brutal hundimiento del comercio internacional. Lo cierto es que dos trabajadores de Calkins (Sheldon y Arens) publicaron el libro “Consumer Engineering: A New Technique for Prosperity” o “Ingeniería del consumidor: una nueva técnica para la prosperidad”, donde exponen la creación de demanda del consumidor a través de la aparición de innovaciones de productos, nuevas variaciones de color y aplicaciones, modas y la búsqueda de otras formas de «hacer que los bienes sean deseables».

El criterio dominante fue que “los bienes se dividen en dos clases: los que usamos, como los carros o las máquinas de afeitar [que empleaban nuestros abuelos], y los que consumimos, como la pasta de dientes o unas galletas de soda. La “ingeniería del consumidor” debe asegurarse de que consumamos el tipo de bienes que ahora simplemente usamos.

Un ejemplo: los caballeros. ¿Se han fijado cómo usan las afeitadoras desechables sustituyendo aquellas a las que solo se les cambiaba la hojilla? La opción desechable es 12 veces más costosa que el cambio de las hojillas de doble borde.

La “ingeniería del consumidor” se basa en la suposición de que las empresas pueden crear demanda al comprender mejor la psicología y la demografía de los consumidores sin disminuir su volumen de producción; pero, incrementando sus ventas.

La «ingeniería del consumidor» puso al «consumidor» en el centro de las estrategias de marketing corporativo que van desde la fijación de precios hasta las innovaciones de productos y la publicidad.

Esta práctica ha cuidado al productor a expensas del consumidor y creado un problema ecológico monumental. Son casi 100 años en expresa aplicación.

Será difícil borrarlo de un plumazo.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/borrarlo-de-un-plumazo/