Ciencia, arte e historia

Dr. Roberto Betancourt A.

La ciencia y el arte son fuentes de debate. Algunos les aprecian diametralmente opuestas pues en la ciencia confluye el método de lo replicable a través de la sistematización de los procesos que hacen posible la construcción de nuevos conocimientos con aplicación universal, mientras, el arte, apunta a la percepción sensible del mundo y -en muchos casos- es a través del pincel o el cincel que se puede expresar. Con el método científico es posible replicar métodos para el arte, pero el arte no reproduce la ciencia. Ese es uno de los muchos debates.

La ciencia estudia quién puede percibir el azul y otras sensaciones de las células del sistema nervioso, su magnitud y quién pudiere o no sentirlas. Edward Wilson señalaba que “El arte transmite pasiones, sin demandar a cambio un entendimiento racional sobre ellas. En otras palabras, mientras que la ciencia explica y razona los sentimientos, el arte los transfiere”.

Recientemente, visité la hermosa Galería de Arte Nacional (GAN) y pude experimentar una vez más que la discordia entre ciencia y arte es vacua cuando -como científico- se observa con detenimiento el entusiasmo que genera la figura de los héroes y heroínas que impulsan ciencia y arte. En esta oportunidad fue imposible obviar la potente figura de Simón Bolívar y la cascada de contenidos científicos que surgen del análisis de su obra y -por otro lado- la pasión que emerge producto de cómo el arte le presenta con tintes sobrehumanos.

Bolívar es inimitable, tanto cuando se le mide en la realidad de los logros de su huella libertaria como en la percepción artística de su singular aura. Para honrarlo debiera bastar inspirarse en él, y ser inimitables.

En términos de arte, celebro la vida de Bolívar y lo imagino como lo hiciera Arturo Michelena en la aclamada obra “Panteón de los Héroes” (1898); óleo de casi metro y medio de alto elaborado por encargo del presidente Joaquín Crespo.

Detallo que Michelena (1863-1898) se encontraba enfermo con una pesada tuberculosis que le postró en cama, y pinta este óleo amarrando sus pinceles a largas varas. Penosamente, la muerte le sorprende y la obra queda inconclusa.

Más allá de la ciencia, después de recorrer los impresionantes espacios de la GAN, concluyo que de las obras de Michelena, la composición pictórica del “Panteón de los Héroes” es la que mejor refleja el carácter mitificante y al mismo tiempo humano de los artífices de la primera gran revolución.

En esta compleja composición grupal el artista combina al menos tres enfoques.

Se aprecia, ante todo, un enfoque realista en la congregación de más de dos docenas de retratos de próceres de la independencia venezolana, de los que, junto a El Libertador, es posible identificar a Francisco de Miranda, José Antonio Páez, Antonio José de Sucre, José Félix Ribas (luciendo su gorro frigio), los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas, Juan Bautista Arismendi, Juan Germán Roscio, José Cortés de Madariaga, Andrés Bello, Vicente Salias, entre otros.

Además, se exhibe una perspectiva simbólica en el uso de alegorías, tal como lo evidencia la Victoria alada elevando una corona de laurel justo encima del trono de Bolívar, también se aprecia a la Libertad montada a caballo sometiendo al león de la España colonizadora, además la joven y virginal república abrazando la naciente bandera, hoy gozosamente bolivariana, igualmente el pebetero donde flamea la llama de la Fe republicana, y en el fondo se observa la cordillera del Waraira Repano.

En último lugar, se distingue una visión mitificante como lo refiere el título del óleo, al reunir en un estupendo templo griego a la suerte de dioses olímpicos de la patria. Cada uno de los congregados son mostrados en individual magnificencia y esplendor de la misma que hacen gala los superhombres mitológicos.

¿Cómo pudiere la ciencia explicar la obra histórica y libertaria de un equipo de verdaderos superhéroes? Más directamente lo logra el arte que despierta en cada visitante del “Panteón de lo Héroes” las emociones necesarias para seguir adelante y hacer ciencia que salva vidas en Venezuela y el mundo.

Posdata: finalizo con una necesaria precisión, en la GAN solo se exhibe una copia en vinilo de la obra que inspiró esta reflexión. En 1999, ese óleo fue subastado por Sotheby’s, una de las casas de subastas más reconocidas del mundo. Su precio de venta fue de $550.000 y ostenta el récord nacional como la obra venezolana mejor pagada. No obstante, su valor es infinito, como infinito es la inocultable obra de Bolívar y sobre la que debemos celebrar su ejemplo. Seguirlo. Ser valiosamente inimitables.

* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

@betancourt_phd
Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/ciencia-arte-e-historia/