Dr. Roberto Betancourt A.
Cada junio celebramos con orgullo un nuevo aniversario del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, un faro de excelencia en la medición de actividades de investigación y desarrollo (I+D). Para celebrar este hito, comparto una historia que encapsula esta travesía.
Había una vez, en un pequeño pueblo enclavado en un valle, una comunidad de científicos dedicados a desentrañar los misterios del universo. Su misión era clara: mapear cielos y tierra, descubrir todo lo que hay en ella, y medir cada hallazgo con precisión. Se sabía que la labor no solo era importante, sino esencial para el progreso del conocimiento humano.
Al principio, los recursos eran escasos, los retos numerosos, las herramientas rudimentarias y las inclemencias del tiempo retrasaban las investigaciones. Sin embargo, la determinación era más fuerte que cualquier adversidad. Todos trabajaban: unos diseñaban nuevos instrumentos, otros ideaban métodos innovadores para recopilar datos, y algunos, con paciencia y minuciosidad, analizaban cada hallazgo con rigor científico.
Un día, en una ardua expedición, descubrieron en lo alto de la montaña una planta desconocida. Para la mayoría, era solo una curiosidad más, pero para los más dedicados, era una oportunidad de oro para profundizar en I+D. Decidieron llamarla “Esperanza” y sería el símbolo de su esfuerzo y dedicación. La estudiaron y, con el tiempo, descubrieron que tenía propiedades curativas extraordinarias.
La historia de “Esperanza” se esparció rápidamente, y la comunidad científica mundial comenzó a valorar el trabajo de estos humildes exploradores. Pronto, llegaron más recursos e implementos y, más importante, más talentos dispuestos a unirse a la causa. La comunidad creció, se fortaleció y se convirtió en un referente en I+D.
Esta historia de los exploradores es una metáfora perfecta de nuestra historia. Como ellos, comenzamos con recursos limitados, pero con una visión clara y una pasión inquebrantable por la medición precisa de las actividades de I+D. Nuestra “Esperanza” ha sido la dedicación y el esfuerzo colectivo de cada uno de los hombres y mujeres, que con creatividad, innovación y rigor, han transformado desafíos en oportunidades y datos en conocimiento valioso.
Más allá de los logros técnicos y científicos, lo que realmente define el éxito es el espíritu de camaradería y colaboración que reina en la organización. Cada talento, con su dedicación y competencia, contribuye a construir una institución que no solo mide, sino que también inspira y guía el camino hacia el futuro de I+D.
Avanzamos con la misma determinación y pasión que nos ha traído hasta aquí. Que la “Esperanza” sea siempre un recordatorio de lo que podemos lograr cuando trabajamos juntos hacia un objetivo común: somos creadores, somos innovadores ¡Somos Venezuela!
* El autor es Presidente del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
@betancourt_phd Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/aniversario/